Prekinder A
Escuchar: principio vital para dar inicio al diálogo.
Pero, ¿cómo fomentarlo en niños y niñas, de cuatro años, acostumbrados a que los adultos no les presten atención? , y lo más difícil, ¿cómo animarles a que se escuchen entre sí cuando hay un adulto dentro de su grupo?. La tradición ubica a la persona mayor como el referente a seguir sin cuestionar por la persona menor.
Ante todo este dilema me encuentro cuando llego al aula y organizo a mis peques para juguemos de "escucharnos".
Hoy les llevé una corona para animar a mis "reyes" y "reinas" a hablar y observar el efecto que tienen sus palabras: si el rey nos proponía convertirnos en ranas, saltábamos de las sillas... si la reina nos ordenaba bañarnos, nos llenábamos de jabón imaginario... así, así hasta que todos y todas tuvieron la oportunidad de disfrutar ver materializadas sus palabras.
Luego, aprovechando la atención lograda, dibujé en la pizarra algo que les sugiriera la forma en que estaban trabajando la lección (hablándose mientras permanecían en círculo) y les pregunté si sabían ¿qué era eso?.
Respondieron que: unos chicos.
Sí, unos chicos y chicas también, señalé. Pero, ¿qué están haciendo?.
Alistándose para ir a la piscina, cantando, unos están serios, otros están hablando... ¡somos nosotros!, ¡sí, somos nosotros!, concluyeron.
A partir de esta observación les conté que, efectivamente se trataba de ellos y ellas. Pero que, cuando trabajaran de esa forma, iban a tener un nombre.
Lo fuimos deletreando: C O M U N I D A D
Cerramos la sesión dibujando en una tarjeta lo que habíamos comprendido como: COMUNIDAD.
Entregados los dibujos, coroné al "Rey que escucha" como premio a la atención prestada durante toda la sesión. Tuve muchos reclamos: ¡pero si yo también escuché!.
Entonces, salí de ahí pensando en que el juego de "El rey y la reina que escucha" me había resultado demasiado imperialista.
Escuchar: principio vital para dar inicio al diálogo.
Pero, ¿cómo fomentarlo en niños y niñas, de cuatro años, acostumbrados a que los adultos no les presten atención? , y lo más difícil, ¿cómo animarles a que se escuchen entre sí cuando hay un adulto dentro de su grupo?. La tradición ubica a la persona mayor como el referente a seguir sin cuestionar por la persona menor.
Ante todo este dilema me encuentro cuando llego al aula y organizo a mis peques para juguemos de "escucharnos".
Hoy les llevé una corona para animar a mis "reyes" y "reinas" a hablar y observar el efecto que tienen sus palabras: si el rey nos proponía convertirnos en ranas, saltábamos de las sillas... si la reina nos ordenaba bañarnos, nos llenábamos de jabón imaginario... así, así hasta que todos y todas tuvieron la oportunidad de disfrutar ver materializadas sus palabras.
Luego, aprovechando la atención lograda, dibujé en la pizarra algo que les sugiriera la forma en que estaban trabajando la lección (hablándose mientras permanecían en círculo) y les pregunté si sabían ¿qué era eso?.
Respondieron que: unos chicos.
Sí, unos chicos y chicas también, señalé. Pero, ¿qué están haciendo?.
Alistándose para ir a la piscina, cantando, unos están serios, otros están hablando... ¡somos nosotros!, ¡sí, somos nosotros!, concluyeron.
A partir de esta observación les conté que, efectivamente se trataba de ellos y ellas. Pero que, cuando trabajaran de esa forma, iban a tener un nombre.
Lo fuimos deletreando: C O M U N I D A D
Cerramos la sesión dibujando en una tarjeta lo que habíamos comprendido como: COMUNIDAD.
Entregados los dibujos, coroné al "Rey que escucha" como premio a la atención prestada durante toda la sesión. Tuve muchos reclamos: ¡pero si yo también escuché!.
Entonces, salí de ahí pensando en que el juego de "El rey y la reina que escucha" me había resultado demasiado imperialista.
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